martes, 4 de enero de 2011

¿Cómo pudimos equivocarnos tanto?

Hoy en el diario El País aparece un artículo de Tusquets a raíz de la reciente consagración por parte del Papa de la Sagrada Familia y de su casi total culminación. El hilo de la entrada es la opinión enfrentada del autor del artículo consigo mismo hace varios años, en su etapa de estudiante. Por aquel entonces protagonizó un ferreo enfrentamiento contra la continuación de la obras, ya que al haber sido destruida la mayoría de documentos gráficos de Gaudí durante la guerra civil, la continuación debería ser cuando menos una interpretación. Hoy en cambio, y tras visitar la obra con dos expertos en la misma, dice habe cambiado de opinión, no sin puntualizar las dudas que le provocan las soluciones decorativas llevadas a cabo y los elementos artísticos aún por determinar.
Hace varios años, en 2002 si no recuerdo mal, yo mismo junto a varios compañeros de escuela visité las obras. Obviamente por aquella época distaba mucho de estar acabada, por lo que no puedo ejercer ninguna valoración hasta que pueda volver a visitarla. Sí que es cierto que la recuerdo con la mágia especial que envuelve a las cosas a medio camino, ya sea de su decadecia como puede ser el Coliseo de Roma, como en proceso de su construcción como en el caso de la Sagrada Familia. Es como la diferencia entre los libros y las películas, los primeros siempre dejan la puerta abierta a mayor interpretación, te permiten fantasear con como imaginarías la obra acabada.
Pero lo que de verdad me ha hecho reflexionar en este artículo es el cambio de postura de Tusquets. Frente a la imagen rebelde y reivindicativa de juventud, la posición más sosegada y sesuda de la madurez... aunque mi cinismo no puede evitar pensar en una tercera vertiente, más política y de compromiso con las instituciones y ciudad en la que vive y ejerce. Pero eso ya es bastante más subjetivo. Lo que de verdad veo apto para el debate es la postura de la convicción total frente a la evolución (o incluso confrontación) inevitable y necesaria que da el aprendizaje y la experiencia.
Lo más importante es que con la Sagrada Familia casi terminada, ya tengo otra excusa para volver a esa maravillosa ciudad que es Barcelona.

1 comentario:

  1. Me parece muy intereante tu reflexión y el artículo de Tusquets. Personalmente lo que más me ha gustado ha sido cuando hablas de la magia de las cosas a medio camino. Creo además que a esa magia se le une el collage que se forma cuando hay más de una mano diseñando y la de un interés colectivo de continuar una obra sólo por el placer de visitarla (que los visitantes, religiosos o no, sean los que la hacen posible económicamente nos habla de un sueño colectivo de ver avanzar algo común que nos gusta).
    Sinceramente me alegro de que nadie les hiciera ni caso; y lo único que me deja dudas es quién decide en última instancia lo que se hace o se deja de hacer en la Sagrada Familia y a qué profesional se le encarga...

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